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- Leer con atención el texto.
- Señala ideas principales y secundarias.
- ¿Qué sucedió con la clase obrera?
- ¿En quién se apoyó Hitler?
- ¿Qué industria tuvo un crecimiento vertiginoso?
- ¿Para qué se utilizó a la educación? Explica.
- ¿Qué selección se realizó en la cultura?
- ¿Qué sucedió con la propaganda?
- ¿Qué sucedió con la juventud?
NAZISMO - El control de la sociedad.
El nazismo mantuvo el capitalismo como sistema económico y social. Hitler se apoyó en los grandes empresarios para ascender y consolidarse en el poder, en tanto que sobre la clase obrera recayó la tarea de reconstruir la economía alemana, maltrecha tras la Gran Guerra y la crisis de 1929. A pesar de que los éxitos económicos facilitaron su aceptación social (absorción del paro, apoyo del capital), el renacimiento económico alemán se realizó a costa de los bajos salarios, un ritmo creciente de trabajo y la absoluta desarticulación organizativa de los trabajadores: los sindicatos de clase y las asociaciones políticas fueron prohibidos.
La recuperación se basó en un fuerte dirigismo, la realización de obras públicas y el crecimiento vertiginoso de la industria armamentística.
La política social se llevó a la práctica mediante una intensa acción de tutelaje sobre los trabajadores, que fue más allá incluso de su vida laboral. Para ello fueron planificadas numerosas actividades culturales (cine, teatro, deportes, viajes, etc), cuya misión era identificar a las masas con el régimen y potenciar una falsa imagen de igualdad entre sus miembros y los de la clase dominante.
La educación se utilizó como instrumento de adoctrinamiento en los ideales del nazismo. Todos sus niveles se vieron sometidos a un riguroso control y los profesionales de la enseñanza fueron depurados y encuadrados en una estructura de carácter pseudomilitar. Los programas de estudios se desarrollaron bajo las premisas de un profundo racismo.
La cultura en general y el arte en particular, experimentaron una profunda selección, siendo reprobado y perseguido el llamado “arte degenerado”. Bajo este epígrafe se clasificaron las tendencias vanguardistas (cubismo, dadaísmo, fauvismo, impresionismo, etc) y artistas como Picasso, Van Gogh, Munch, Kandinsky, Klee, fueron censurados. Los libros y la prensa fueron estrechamente vigilados por medio de la censura, prohibiéndose la publicación de aquellos ejemplares juzgados como depravados o atentatorios contra el régimen. Se quemaron públicamente miles de volúmenes, como aconteció el 10 de mayo de 1933. Numerosos escritores debieron huir.
El régimen invirtió grandes esfuerzos en el control y adoctrinamiento de la juventud. Ésta fue encuadrada en organizaciones, entre las que destacó la de las Juventudes Hitlerianas, a cuyos miembros les eran inculcados los principios del nazismo. Se hizo énfasis en el cuidado físico y deportivo, por ser considerados medios idóneos para el mantenimiento de una raza sana y fuerte, base del futuro ejército alemán.
Junto con el terror, la propaganda fue empleada como forma de imponer las ideas. Se generalizó la celebración de imponentes concentraciones de masas, presididas por Hitler y los máximos dirigentes del partido donde, en un ambiente de enardecido patriotismo donde se enarbolaban los símbolos nazis (estandartes y banderas con la
esvástica, saludos marciales, etc). Figura insustituible en la organización del aparato propagandístico del régimen fue Joseph Goebbels. Mediante inflamados discursos radiofónicos y artículos de prensa, cargados de antisemitismo y xenofobia, las masas eran encandiladas y adoctrinadas en un proyecto común